Relojes perdidos en el torso,
de un noble
cuerpo en el mar.
Las manecillas giran desconcertadas,
en momentos que quisieron lastimar.
Memoria la de los seres dispuestos a hundirse
en el rincón más remoto de la soledad.
Surrealismo el de un autor incierto
que grita sin miedo a
conocer la verdad.
Tiempo perdido;
en cada
palabra dicha,
en cada
abrazo roto,
en cada
historia maldita.
Embebidos en las horas,
que no supimos cuidar.
Inmersos en sueños,
impasibles
ante el huracán.
Enamorados de los minutos,
que murieron
sin flotar;
flotar en
las mentiras,
esas que rescatamos de su trágico final.
Aferrados a los segundos
para volver
a encontrar
aquel origen
de la vida
perdido en
la vertiginosa realidad.