Siempre
soñé con una vida de princesa. Pero la vida me ha enseñado que el príncipe azul
no va a subir a la torre a buscarte, que tienes que bajar tú. Que en esta vida
más vale manejar bien la espada que el rímel. Que los vestidos de lino blanco
acaban empapándose de lágrimas al final del baile. Que los cabellos rubio
platino hay que peinarlos todos los días. Que las rosas tan especiales nacen en
muchos jardines. Que en las noches de luna llena solo puedes confiar en la
total compañía de la luna. Y que los finales felices no existen, porque si te
hace feliz no tiene final.