Translate

sábado, 31 de marzo de 2012

La historia que un día me hizo llorar

Han pasado ya unos años, pero nunca olvidaré esta historia que un día me hizo llorar.
Un niño de nombre….bueno, eso no es lo importante. Siempre fue una persona de gran corazón que expresaba todo lo que sentía. Siempre discriminado y rechazado, tuvo que cubrir como era en realidad para ser aceptado en la sociedad de hoy en día.
Una tarde de verano, niños sentados, hablando, mostrando sus opiniones y él con millones de ideas, tuvo que guardárselas para si mismo por miedo a lo que pensaran. Callado sumido en sus pensamientos, decidió al fin mostrar su opinión. Tras haber hablado, todos callados, le miraron con cara de incredulidad y desprecio. A continuación, carcajadas empezaron a inundar la habitación y él con ganas de salir corriendo y el miedo llenando su triste corazón, que le impulsó a levantarse, y llorando amargamente se alejó de lo que sería el momento que cambiaría su vida para siempre. Con la esperanza ya perdida y el arrepentimiento corriendo por sus venas, se sentó a pensar. Esto no podía quedar así, no soportaría otra situación como aquella. La decisión final fue convertirse en algo que nunca imaginaria que él podría llegar a ser así. Necesitaba sentirse querido, acompañado por alguien más que su familia. Desde ese día escondió toda su sensibilidad y consiguió convertirse en la persona que los demás querían que fuese. ¿Acertó o se equivocó en su decisión? Lo importante es que ahora es feliz mostrando a todo el mundo esa parte que antes en él no existía, que al final ha acabado formando parte de él. Pero tampoco ha perdido esa otra cara llena de cariño, comprensión y preocupación; porque siempre habrá gente que la acepte y le quiera por ello.

viernes, 30 de marzo de 2012

Soñaré

He soñado siempre con poder volar y alcanzar lo inalcanzable. Dormir sobre una nube y empezar a imaginar lo inimaginable. Cruzar mares y océanos sobre un delfín para llegar a donde nadie haya podido llegar jamás. Crear una máquina del tiempo para descubrir el futuro más lejano donde sé que nunca lograré estar. Montar en un cohete y descubrir galaxias, estrellas, planetas… La desgracia de todo esto es que son solo sueños que no se sabe si se cumplirán. Pero de vez en cuando necesitamos pensar sueños imposibles y ver que aunque no consigamos cosas tan grandes, siempre habrá pequeñas cosas que nos hagan sentir bien, nos hagan ser felices, consigan hacernos sonreír. Siempre lo más cercano es lo que menos valoramos y suele ser lo más valioso y hay que aprovecharlo, porque cuando llega el momento en el que se va, ya no hay vuelta atrás y el arrepentimiento se adueñara de nuestras vidas dejando para siempre la huella del recuerdo.